miércoles, 14 de octubre de 2015

Luto, por Raymond Carver

Me levanté temprano esta mañana y desde mi cama
miré a lo lejos a través del estrecho para ver
un pequeño bote moviendose en el agua agitada,
una única luz en movimiento. Recordé
a mi amigo que solía gritar
el nombre de su esposa muerta desde las cimas de las colinas,
alrededor de Perugia. Quien ponía un plato
para ella a su simple mesa mucho después
de que ella se fuera. Y abría las ventanas
para que ella tuviera aire fresco. Tal despliegue
yo encontraba vergonzoso. Y así mismo sus otros
amigos. No podía comprenderlo.
No hasta esta mañana.

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