miércoles, 14 de octubre de 2015

Dinero, por Raymond Carver

Para ser capaz de vivir
del lado correcto de la ley.
Para siempre usar su propio nombre
y número de teléfono. Para pagar la fianza
de una amiga sin importarle
un comino si la amiga se va de la ciudad.
Esperando, de hecho, que lo haga.
Para darle parte de él
a su madre. Y a sus hijos
y a la madre de sus hijos.
No para ahorrar. Él quiere
gastarlo antes de que se acabe.
Comprar ropa con él.
Pagar la renta y los servicios.
Comprar comida, y algo más.
Salir a comer cuando le den ganas.
¡Y está bien
pedir cualquier cosa de la carta!
Comprar drogas si así lo quiere.
Comprar un carro. Si se daña
repararlo. O si no
comprar otro. ¿Ves ese
bote? El podría comprar uno
justo como ese. Y navegarlo
por el Horn, buscando compañía.
Él conoce una chica en Porto Alegre
a quien le gustaría mucho,
que enloquecería al verlo
en su propio bote, las velas desplegadas,
voltear hacia el muelle por ella.
Un tipo que podría darse el lujo
de recorrer todo ese camino
para verla. Simplemente porque
le gusta el sonido
de su risa,
y la manera en que agita su pelo.





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