viernes, 12 de diciembre de 2014

Negativa a lamentar la muerte, por fuego, de una niña en Lóndres.

Nunca hasta que el hombre hiciera
al pájaro bestial y las flores
la paternidad y toda oscuridad que enseña a ser humilde
dijo en silencio que la última luz
y la hora detenida
vienen del mar que tropieza sostenido por arneses

Y debo entrar de nuevo a la redonda
Zion que hay en la gota de agua
y a la sinagoga en la espiga de maíz maduro;
He de dejar que la sombra de un sonido rece
o esparcir mi semilla salada
en el más bajo valle de arpillera, para que llore.

La majestad y fuego en la muerte de la niña.
No habré de asesinar
la humanidad de su partida con graves verdades
ni habré de blasfemar las estaciones del aliento
con ninguna otra
elegía de inocencia y juventud.

Profunda, con los primeros muertos, yace la hija de Londres,
arropada con amigos eternos,
los granos más allá del tiempo, las venas oscuras de su madre,
secreta junto al agua impasible
del galopante Támesis.
Tras la primera muerte, no hay ninguna.


miércoles, 3 de diciembre de 2014

"No vayas docilmente hacia esa buena noche", por Dylan Thomas

No vayas docilmente hacia esa buena noche,
Lo viejo debe arder y delirar cuando su día termina;
enfurece, enfurece contra la muerte de la luz.

Aunque en su final los sabios saben que la oscuridad es justa,
porque no han atrapado relámpagos en sus palabras, ellos
no van docilmente hacia esa apacible noche.

Hombres buenos, tras su última ola, gimiendo por lo brillantes
que sus frágiles actos hubiesen podido danzar en una verde bahía
enfurecen, enfurecen contra la muerte de la luz.

Hombres salvajes que atraparon y cantaron al sol en pleno vuelo,
y que aprenden, muy tarde, que lo lloraron mientras se iba,
no van docilmente hacia esa apacible noche.

Hombres sepulcrales, al borde de morir, que ven con vista cegadora
que los ojos ciegos pueden resplandecer y ser felices,
enfurecen, enfurecen contra la muerte de la luz.

Y tú, mi padre, allá en la triste altura,
Maldice, bendíceme ahora con tus feroces lagrimas, te pido.
No vayas docilmente hacia esa buena noche.